
Los afortunados pudieron salir el viernes y dormir en hotel con tiempo suficiente de ver y disfrutar del ambiente pingüinero, que salvo rarísimas excepciones es algo guapo guapo. Los menos afortunados, pero no por eso menos zumbados salimos el sábado lo más temprano que dejaron las circunstancias. El viaje, dentro de los parámetros previstos, poco calor, pocos mosquitos en las viseras de los cascos y divertido. Los que fueron el viernes con un poco más de relax pudieron permitirse el comer tranquilamente con otros moteros de la zona en un buen restaurante, nosotros queríamos aprovechar al máximo el poco tiempo disponible y optamos por bocatas calientes en alguna de las carpas que habían habilitado en Puente Duero donde estaba instalada esta falla que quemarían en la noche del sábado después del desfile de antorchas en honor a los moteros fallecidos durante el pasado 2.009.
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Espero que alguno más de los asistentes cuelgue sus fotos y de su permiso para colocar un enlace aquí.
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